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El borracho duerme una siesta.

Una vez en mi casa, después de comer, lleve mí botella al patio y de dos arbustos colgué una hamaca.

Ahí me acosté un rato mientras me puse mis audífonos y escuchaba Diomedes Díaz y eso era cantar y tomar. En una de esas me quedé dormido y entre a una especie de selva en un sitio desconocido, era como una isla donde encontré una tribu de solo mujeres y yo era el único hombre. Eran chicas más bellas que Kitana y me trataban como un rey.

Me llevaron a un lado de la isla donde estaban los restos de un barco pirata. Ahí encontré lo que faltaba. Miles de barriles llenos de licor.

Era el paraíso perfecto, no habían peleas, no existían enemigos, el mundo no se iba acabar, todas las mujeres que yo quisiera solo para mí, comida y lo más importante licor.

Suspiré, sonreí y me llevaban para donde iba a dormir, dónde viviría. Hasta que escuche el ruido de un motor y brinque de un salto.

Y caí parado. La hamaca daba vueltas y miro a un lado era el pajuo de Freddy Krueger que era mi vecino, afilando sus cuchillas con un esmeril. Utilizó uno de mis special moves y le lanzó un peo a mi vecino que lo dejo cinco segundos en shock.

Le quería hacer una babality, cuando lo llaman de su casa una voz femenina diciendo que la fiesta era adentro. Sonríe y decido de un salto llegar a la sala.

Adentro estaba Sonya Blade y su hija, Cassie Cage. Todo ahí pintaba bien, las dos estaban bikini. Entonces comienzo a preguntarme, filosofal, como este desgraciado feo tenia a esta dos bellezas aquí. Entonces recordé uno de sus special moves te hipnotizaba o una mierda así.

Entra Freddy, aun mareado por el peo. Le hago una seña con la mano señalando hacia cassie. Él sonríe, me hace seña de afirmativo con la cabeza.

Levanto los hombros, y los dejo caer como para estirarme. Suelto una carcajada medio ahogada y me lanzo al combate. Iba a ser uno no apto para todo público.

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A vomitar.