Ese día que todo salió al revés / "Un día que empezó normal, pero terminó enseñándome mucho"

Siempre he pensado que no sabemos dónde vamos a estar dentro de unas horas. La vida tiene esa forma curiosa de sorprendernos. A veces, sin planearlo, terminamos en lugares inesperados: en casa de alguien, en un auto rumbo a cualquier parte, o simplemente tomando sol en una playa, sólo la vida conoce el plan que prepara para nosotros. Y allí es cuando suelo decir: *¡Cuando iba yo a pensar que estaría hoy aquí!*

Ese día, en particular, comenzó como un día cualquiera. Me levanté temprano, y lo primero que noté fue el frío que aún se sentía en el aire. Las ventanas parecían una nevera, empañadas y frías, como si el invierno hubiese decidido llegar de repente.
Una brisa fuerte comenzó a soplar, y pensé que iba a llover. Me preocupé un poco porque teníamos reunión en el Salón del Reino. Sin embargo, la lluvia nunca llegó… pero el viento no dejó de soplar.

Más tarde, escuchamos una alerta en los medios. Advertían que una gran tormenta se avecinaba y que tomáramos precauciones. Mi esposo, siempre tan precavido, dijo: “Vamos a preparar las mochilas de emergencia, por si acaso”. Y eso hicimos. Nos vestimos, armamos nuestras mochilas con lo necesario y nos quedamos en casa, atentos a cualquier cambio. El techo hacía un ruido tremendo con el viento, como si fuera a salir volando, y el silbido del aire entre las rendijas ponía los pelos de punta. Pero curiosamente, dentro de nosotros, había paz.
Suspendieron la reunión y decidieron hacerlo por zoom. La gran mayoría se pudo conectar, y en realidad entre amigos nos animamos unos a otros a pesar de las circunstancias.

_{Las mochilas de emergencias siempre edtán allí listas}

Mi esposo se mantuvo en contacto con varios hermanos, asegurándose de que todos estuvieran bien. Algunos sí tuvieron que evacuar sus casas y buscar un lugar más seguro, por los riesgos que corrían. Nosotros, por nuestra parte, nos quedamos, con la esperanza de que todo pasara sin mayores contratiempos.

Y así fue. El día transcurrió entre incertidumbre y tranquilidad, como una mezcla extraña de tensión y fe. Seguimos en casa, haciendo nuestras actividades normales, mientras la tormenta seguía allí afuera, rugiendo pero sin tocarnos. Ya en la noche, aunque aún se sentía la brisa fuerte, todo parecía estar bajo control.

Aunque todavía en la noche había un poco de brisa y lluvia. Como se puede ver en este corto vídeo, hecho por mi.

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Gracias a Dios, no tuvimos que salir de casa. No hizo falta ningún refugio, solo una llamada al casero para que viniera a revisar y reforzar el techo. Ese día me recordó lo importante que es estar preparados, no solo físicamente, sino también emocional y espiritualmente. A veces la vida nos sacude, pero lo importante es mantener la calma y apoyarnos unos a otros.

Hoy, al recordar ese día, lo hago con una mezcla de alivio y gratitud. Porque no fue un día fácil, pero tampoco fue un día perdido. Fue una de esas jornadas que te muestran cuán fuerte puedes ser, incluso cuando el viento sopla con más fuerza de la que esperabas.

Hasta aquí mi entrada, quisiera invitar a:
@zulbahri
@esvisionaria
@jenniferm

Fotografias desde mi telefono redmi note8