¿Supersticios@ yo?

¡Buenos días a la comunidad! Casi todos los pueblos del mundo han desarrollado supersticiones. En Italia existen muchas creencias: por ejemplo, que un gato negro cruce la calle mientras caminas es de mal augurio; está absolutamente prohibido regalar pañuelos, alfileres, cuchillos y tijeras, ya que atrae lágrimas y desgracias a quien se lo regalas; nunca abras un paraguas dentro de casa ni pases por debajo de una escalera. Tirar un poco de sal detrás de ti es de buen augurio, al igual que cruzar los dedos índice y medio; si pasas junto a un coche fúnebre vacío en la calle, es bueno tocar un objeto de hierro. Entre los amuletos de la suerte más comunes en Italia se encuentran el cuerno rojo (muy común en Nápoles), la herradura (que suele colgarse en el exterior de la casa), el trébol de cuatro hojas y una pata de conejo (¡una de verdad! ¡Este objeto es realmente macabro y, personalmente, me da bastante asco!). ¡Pero cuidado! ¡Los amuletos de la suerte solo son efectivos si se regalan! No creo mucho en supersticiones; de hecho, en una escala del 1 al 10, fácilmente me daría un 2. La razón es que soy una persona realista y pragmática: creo que en la vida es normal que ocurran cosas buenas y malas, y que debemos actuar con fuerza, voluntad y todas nuestras capacidades en aquellos aspectos que podemos controlar, que dependen de nosotros, mientras que para todo lo que no depende de nosotros solo podemos aceptar y gestionar las circunstancias: no hay amuleto ni oración que pueda controlar y evitar lo que está fuera de nuestro control, como los pensamientos y el comportamiento de los demás o las condiciones climáticas. En mi corazón, confío en mi capacidad para prevenir lo malo y en la esperanza de que todo salga bien, porque no creo que poseer un objeto o actuar de cierta manera pueda cambiar el curso del destino.

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No conozco el dicho «No te cases, no te embarques y no salgas de tu casa»; En Italia hay una superstición que dice: «Ni de Venus ni de Marte, nadie se casa, ni se separa, ni empieza arte». Es decir, no se debe casar, ni separarse, ni empezar nada los martes ni los viernes. Es una superstición que se refiere a que el martes, en la antigüedad, era el día dedicado a Marte, dios de la guerra, por lo que era un día propicio para discusiones y malentendidos, mientras que el viernes para los cristianos es un día de ayuno y penitencia, así que nada de fiestas, euforia y ¡mucha comida! Desde mi punto de vista, considero esta creencia obsoleta, porque está vinculada a un contexto histórico que ya no existe. Me casé un lunes por casualidad: para mí era importante casarme en una fecha que contuviera el número 9, que es simbólico y muy significativo. La fecha de mi boda fue el 9/9/2019, que por casualidad ese año cayó en lunes. En este caso, fui un poco supersticiosa, porque creo que el número 9 es de buen augurio. Luego me fui de luna de miel con mi esposa el 11 de septiembre a Nueva York, y en ese caso no fui supersticioso, porque a pesar del terrible atentado del 11 de septiembre de 2001, mucha gente siguió viajando a Nueva York en los años siguientes, así que no tuve ningún problema. Sin embargo, de esta manera, ¡esa fecha también se convirtió en un recuerdo positivo!

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Antes de la boda, mi esposa y yo ya llevábamos cuatro años viviendo juntos, y la noche antes de casarnos dormimos como siempre en nuestra cama. Al día siguiente fuimos al resort donde celebramos la boda por la tarde y lo celebramos hasta bien entrada la noche. Así que no queríamos separarnos y dormir en casa de nuestros padres; habría sido más complicado y no habríamos dormido tan bien como en nuestra casa. De hecho, el día de la boda dormimos todo lo que quisimos, desayunamos y fuimos tranquilamente al lugar que habíamos elegido para casarnos. ¡Allí dormimos en una habitación preciosa y lujosa la primera noche después de la boda! ¡Todo fue precioso y no nos estresamos! ¡Han pasado algunos años y seguimos siendo inseparables! Así que, amigos, dejen atrás las viejas creencias y supersticiones y simplemente hagan lo que les haga felices. ¡Gracias por leer mi publicación! ¡Mucha suerte a todos! Eso es lo que, al menos, puedo desear.