Un Concurso Misterioso / Mágica amiga

  De niños tenemos una facultad increíble para imaginar situaciones y, en lo personal, admiro esa capacidad que desarrollamos, porque cuando crecemos comprendemos lo mágico que fue el mundo imaginario que creamos para disfrutar diversas aventuras.

  En vista de esto, me complace decir presente en la dinámica que auspicia nuestro amigo @oneray , porque me lleva a reencontrarme con una amiga que se quedó en mi etapa de infante. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

¿Cómo será vivir todo el tiempo con una amiga?

  Me pregunté al llegar a mi casa después de disfrutar una tarde muy divertida en compañía de mi amiga Ara y, su hermana Fer. Dicha interrogante jamás se había cruzado por mi mente, ya que constantemente estaba acompañada por mis primos y, eso, mantenía mi mente ocupada.

  Durante varios días, me repetí esa interrogante e incluso, le pregunté a mi papá, tíos y primos mayores. Cada uno, amablemente, me dio una respuesta, pero mi pensamiento cuestionante, alimentaba más mi intriga. ¡Sí!... A mis 9 años de edad, ya solía cuestionar todo; particularidad que me ha enseñado que, la filosofía es mi aliada desde toda la vida.

  Una tarde, mientras peinaba mi cabello para ir a casa de mi tía, me quedé observando todas las muñecas de trapo que estaban sobre mi cama y, luego de pensar un rato, dije:

Tú vas a ser mi mejor amiga

  Y, en ese momento, le di la bienvenida a Kayi con una gran sonrisa. Físicamente, era un híbrido de mis muñecas de trapo, por lo que, ella poseía un poquito de esas compañeras que siempre jugaban conmigo en casa, pero Kayi tenía la particularidad de que sí podía interactuar conmigo.

  Emocionadas por nuestro mágico encuentro, dimos inicio a una amena tertulia; ella se identificó y, con gran firmeza acentuó que tenía 12 años de edad. Por lo tanto, al tener tres años más que yo, aseguró que me iba a cuidar. En vista de que tenía programado ir a casa de mi tía para jugar con mi prima, no logramos conversar por mucho tiempo en ese momento; le extendí la invitación a Kayi y, amablemente aceptó. Cuando llegamos, se la presenté a mi prima; ella me miró muy extraño, sin embargo, estaba tan feliz de tener una amiga que me acompañaría en todo momento que, no le hice caso a su reacción. Solo pensaba en las sorprendentes aventuras que seguramente íbamos a disfrutar todos los días.

  Desde ese día, todas mis aventuras fueron más divertidas, porque tenía a mi gran amiga que estaba conmigo en todo momento y, a pesar de que al inicio pensé que Kayi solo quería jugar, al siguiente día de su llegada descubrí que ella también era compañera de estudio, ya que me acompañaba, al igual que ayudaba a hacer las tareas que me asignaban en el colegio.

  Con Kayi, todo era felicidad y diversión. Algo que sin duda alguna me fascinaba, porque ella siempre estaba disponible; para ella no había horarios y mucho menos cansancio, novedad que me encantaba, ya que tenía la certeza de que los momentos entretenidos jamás terminarían. Por ello, una tarde, le dije:

Eres mi mágica amiga

  Feliz por esa distinción, ella me respondió con un abrazo muy fuerte y, le agradecí ese gesto, porque logré sentir la dulzura de su amistad. Las aventuras con mi gran amiga continuaron; veíamos caricaturas, leíamos antes de dormir, observábamos a los loros que llegaban al árbol de mango que estaba en la casa del vecino y, comíamos galletas Club Social.

  Los años avanzaron y, mi querida Kayi fue desapareciendo. Exactamente, no recuerdo cuándo se marchó por completo, pero un día, cuando ya estaba en mi etapa de juventud, la volví a recordar después de ver en una tienda varias muñecas de trapo; en ese momento sentí tristeza al darme cuenta de que no tuve la oportunidad de darle un caluroso abrazo de despedida.

  Entre los momentos de felicidad que logré disfrutar durante mi infancia, las vivencias que tuve con Kayi están consagradas como especiales y, desde que noté su ausencia, la atesoro con más ahínco en mi corazón, porque me ayudó a ser valiente, a disfrutar al máximo mis aventuras, pero sobre todo, a entender que, las personas están en nuestra vida para cumplir una misión mágica. La de ella, fue enseñarme a encontrar y usar las herramientas que me impulsarían a vencer los obstáculos. Aunado a ello, también me enseñó a ser feliz y, gracias a este aprendizaje, recibiría la orientación adecuada para ver el mundo desde un contexto más afable.

¡Gracias, Kayi! Te abrazo desde el alma

¡Muchas gracias por leer mi publicación!