Una Imagen y una Historia Semana #91

  Fomentar la escritura creativa a través de una imagen, permite que desarrollemos la imaginación desde un contexto emocional de origen personal. Por ello, la iniciativa de nuestra amiga @suboohi es una excelente oportunidad para potencializar dicha habilidad literaria. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  La vida es una vitamina que diariamente me gusta tomar, porque gracias a los nutrientes que me aporta, logro tener todas las habilidades necesarias que demanda ser una persona que disfruta al máximo las situaciones que le suceden en su día a día y, por supuesto, conocer personas que inyectan energía positiva al alma.

  Para mi fortuna de vida, he podido conocer personas que considero son vitamina y, para mejorar su categoría, es una vitamina mágica, ya que cuando entran en mi vida, descubro que son el complemento social que necesitaba para seguir evolucionando; acotando que, a su manera, ellos se encargan de nutrir mi vida con amor y momentos especiales.

  Cada lugar en el que he estado, siempre tengo la fortuna de conocer una persona vitamina y, aunque a veces aseguran que en la universidad se conocen muchas personas de cuidado, en lo personal, conocí personajes icónicos que, no se me hizo complejo darles la oportunidad de entrar a mi vida para que la nutrieran con su amistad.

  En este relato que parte de una imagen de origen universitario, les comparto que el caballero que nos acompaña, fue nuestro padrino de promoción. Durante los cinco años de carrera, él se encargó de enseñarnos a amar más nuestra profesión y, desde el primer día que nos conocimos, también nos mostró que la magia de la vida radica en disfrutar al máximo lo que estamos haciendo.

  Gracias a su amistad y guía, nuestro recorrido en la universidad fue maravilloso. Por ello, cuando estábamos en el último semestre, nos dimos la tarea de todas las tardes irnos a tomar un té con él en uno de los cafetines y, justo en esas tertulias, nuestro padrino continuaba orientándonos, asegurando que, aunque ya no estuviéramos estudiando, podíamos seguir contando con él.

  Al momento de tomarnos esta fotografía, teníamos muchos sentimientos encontrados y, más allá de que esto se debiera a estar cursando nuestros últimos días de universitarias, la sensibilidad se debía a la nobleza de las palabras que cada día tenía para nosotros y, les confieso que sus consejos, actualmente me siguen ayudando a ser mi mejor versión.

  Tomarnos esta fotografía nos enseñó que, él además de ser nuestro padrino de promoción, es un angelito terrenal que Dios nos obsequió para que nos acompañara en una de las mejores etapas de nuestra vida y, sin duda alguna, esta imagen es nuestra favorita, porque el lugar donde estamos, nos conocimos y, despedimos para iniciar la nueva etapa.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!

La fotografía presentada en esta publicación fue extraída de mi galería personal