Es un placer concursar en la dinámica que nos propone la amiga @inspiracion, abrazar un árbol y compartir la experiencia que sentimos en ese momento.

Tengo la dicha que a pesar vivo en una zona donde hay muchos edificios, también tenemos la fortuna de tener grandes árboles de caobas, que nos regalan su oxígeno, tienen su tiempo donde sueltan una semilla que vienen envueltas en una capsulas y los vecinos dicen que son muy buenas para las personas que sufren de diabetes y utilizan su corteza para curar enfermedades de la piel, como también sus grandes ramas y follaje, nos protegen de los inclementes rayos solares y mantienen el ambiente fresco.

Aproximadamente un año, salí con un grupo de personas amantes de la naturaleza y nos enseñaron abrazar los árboles, cosa que al principio me hizo sentir rara, pero después aprendí hacerlo más seguido y ahora siento que me conecto con ellos. Hace como dos meses, me sentía muy triste y lloraba sin ningún motivo, salí de mi casa y abracé un árbol, hablé con él y le dije que estaba deprimida, que tomara ese malestar porque no quería estar así, después de varios minutos, sentí un gran alivio y emocionalmente sentí una agradable sensación, que recorrió mi cuerpo y se me quitó la tristeza.

En otra oportunidad, mi malestar era físico, sentía mucho dolor de cabeza, comencé a estornudar y muchos escalofríos, me hice un guarapos de hojas naturales de esas que siempre tenemos en el patio de la casa o en nuestras casas. Había muchas personas en el estacionamiento que es donde están los árboles, no me importó lo que ellos pensaran, solo quería curarme.

Me abrace a uno de los árboles por varios minutos y también me hizo sentir muy bien. Cuando los abrazo, siento que abrazo a un ser querido, ellos también necesitan ser abrazados, porque son seres vivos igual que nosotros y tienen derecho a su espacio y que lo cuidemos, porque al igual que nosotros son parte de nuestro amado planeta.