Es un placer concursar en #SV-Diversion, organizado por su moderadora nuestra amiga @anasuleidy, un espacio donde podemos compartir nuestros momentos de diversión y recreación, y con gusto comparto con ustedes mi participación.

Encantada como siempre poder compartir con ustedes un día especial al lado de mis, amigos de la tercera edad, ese día nadie cumplía año, solo quisimos pasar un rato, hablando y escuchando música con los compañeros, digamos que en solidaridad con la mayoría de ellos que viven solos y les hace falta tener contacto con las demás personas.

Cada quien llevó algo de comer para pasar el rato, unas llevaron sabrosas salsas caseras, otras llevaron jugos y refrescos, también hicieron acto de presencia variedad de frutas picadas en trozos, como mango, lechosas, piñas y algunos frutos secos, como almendras, maní y pistachos.

Les comento que tengo una pequeña corneta de esas que no necesitan electricidad, sino que tienen una pila recargable, es pequeña, liviana, de buen sonido y fácilmente la llevo en mi bolso, está tan viejita que no agarra bluetooh, pendrive ni tarjeta sim y para escucharla solo me funciona conectándola a mi celular con un cable con entrada de un pin.

Lo cierto es que ya se los inconveniente que se presentan en estos compartir y me fui preparada, discretamente con mi cornetita en el bolso y unos vasos plásticos por si acaso nadie los llevara. Sucedió que al entrar me senté con ellos en la mesa y lo primero que me dijeron fue, no tenemos vasos para tomarnos los jugos. Sonó como canción para mis oídos y mientras me observaban esperando que yo dijera algo, metí la mano en el bolso hice como los magos, tam, tam, tam y les saqué un paquete de vasos, todos soltaron una carcajada y una de ellas no me acuerdo quien fue, pero dijo “Mirenla vino preparada ella como que sabía que faltaban los vasos”.

Pero me pasó otra anécdota, no había música y un compartir sin música es aburrido, hay si aproveché de lucirme y hablé con voz alta y dije “¿Qué pasó con la música, están todos tristes vamos a bailar?” y tam, tam, tam, saqué mi cornetita, la prendí y la primera canción que coloqué fue una de Celia Cruz, llamada el yerberito y comencé a bailar, lo más lindo es que todas se pararon de la silla a bailar y cantar, como era una canción de nuestros tiempos la disfrutaron bastante y hasta bailamos otras músicas haciendo el famoso trencito, agarradas por la cintura.

Pasé un día grato con todos los presentes, me encantó verlos a todos contentos, cada una con una enfermedad diferente, pero bailaron, cantaron, se rieron, comieron y lo mejor de todo, se sintieron en familia y se fortalecieron los lazos de amistad.